lunes, 28 de mayo de 2018

¿Cuál es el peligro del petróleo a 100 $? Crece el miedo entre los gestores

Después de cuatro años de mercado bajista, la posibilidad del que el barril de petróleo recupere los 100 dólares que perdió en junio de 2014 gana enteros en las apuestas. De hecho, no solo se ha colado entre los riesgos que contemplan los 200.000 gestores que han participado en la encuesta mensual que realiza Bank of America Merrill Lynch, sino que se trata del tercero más citado.
No en vano, desde que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la ruptura del acuerdo nuclear con Irán, el precio se ha disparado, alimentado, además, por un aumento de las tensiones en Oriente Medio, hasta superar este jueves la barrera psicológica de los 80 dólares por primera vez desde noviembre de 2014.

Es por ello que las tres cifras han vuelto a sobrevolar en las previsiones del mercado. En este sentido, el responsable del equipo de análisis de materias primas de BoAML, Francisco Blanch, aseguró en una entrevista en Bloomberg que se han juntado varios factores que justifican este miedo del mercado.
Por un lado, el desplome de la producción de Venezuela, de los 2,3 millones de barriles al día en enero de 2016 a los 1,6 millones en 2018 como consecuencia de la pésima gestión de la industria energética por parte del Estado.
Por otro, la previsible caída del bombeo en Irán alimentada por el aumento de las tensiones en Oriente Medio y las posibles nuevas sanciones por parte de EEUU una vez que el acuerdo nuclear alcanzado en 2015 se ha retirado.
A esto hay que sumar las nuevas medidas que pueda alcanzar la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y sus socios como Rusia en la próxima reunión del cartel, que tendrá lugar el 22 de junio y que puede arrojar una alianza de 10 a 20 años entre Arabia Saudí y Rusia. Y, por último, la limitada capacidad de EEUU para responder a una escalada de los precios, aunque ya ha denunciado que se encuentran artificialmente altos.

Cambios regulatorios

Pero Morgan Stanley va un paso más allá y añade un factor que no están teniendo en cuenta las firmas de análisis, y este son los cambios regulatorios en el transporte marítimo. Y es que aunque parezca una cuestión menor, puede apuntalar la demanda de petróleo, en tanto que se va a obligar a las naves a reducir al mínimo el combustible con contenido de azufre, disparando el combustible de las refinerías.
Por ello, desde el banco de inversión sitúan el precio del petróleo en los 90 dólares, nivel a que se estabilizará en 2020, cuando la demanda se incremente en 1,5 millones de barriles al día.
Una visión que contrasta con la de Goldman Sachs, que si bien cree que el barril se puede ir a los 98 dólares en el corto plazo, considera que a largo plazo siguen "comprometidos con un nuevo orden, en el que va a haber una revolución técnica y no financiera, que va a hacer que los actuales cuellos de botella en las inversiones a largo plazo se resuelvan, volviendo a un escenario de 60 dólares barril".

¿Por qué es peligroso?

Pero el peligro de la subida del petróleo no está en el precio en sí, sino en el contexto que vive el mercado. De hecho, no es la primera vez que el crudo conoce la triple cifra. Ya en 2008 se encontraba en máximos históricos, por encima de los 145 dólares, tanto en el caso del Brent europeo como del Texas estadounidense. Sin embargo, el problema es qué ocurriría en un momento en que EEUU se ha embarcado en una batalla comercial que puede hacer subir el precio de todo tipo de productos y con ello la inflación. Esa es la clave.
Óscar Giménez
En este sentido, aunque Marc Garrigasait, gestor de Gesiuris, da poca probabilidad a que finalmente el barril alcance los 100 dólares, asegura que de producirse "sería el peor escenario posible". "Si los conflictos comerciales se agudizan y el petróleo no frena su escalada, sería un cóctel muy peligroso", afirma el experto. Y es que, por un lado, el repunte del oro negro aumenta las presiones inflacionistas; y por otro, con las políticas arancelarias y proteccionistas, se limita la libertad de las empresas a la hora de buscar el lugar donde sus costes de producción son más bajos y, por lo tanto, esto se traslada también al precio de los productos.
Así, la inflación aumentaría más de lo esperado y esto obligaría a los bancos centrales a subir tipos más rápidamente de lo que cabría desear, en especial para el mercado. Esto incrementaría la presión a corto plazo y sacudiría con fuerza las bolsas. Prueba de la dependencia del mercado a las cantidades ingentes de liquidez inyectadas en el sistema en los últimos 10 años es la sobrerreacción que han demostrado los mercados cuando se ha especulado con la posibilidad de una retirada más radical de las políticas monetarias expansivas.

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